- El alza persistente en alimentos, la desaceleración regional y los eventos de noviembre comienzan a presionar la imagen presidencial, que registra su primera caída relevante.
La inflación puede mostrar señales de moderación, pero la canasta básica urbana continúa avanzando con paso firme… hacia arriba. Según datos del INEGI, en noviembre tanto la canasta alimentaria como la no alimentaria crecieron por encima de la inflación general, acumulando nueve y tres meses consecutivos en esa trayectoria, respectivamente. Un detalle que para los hogares urbanos no es técnico, sino cotidiano.
Ernesto Madrid
La línea de pobreza extrema por ingresos alcanzó 2,462.7 pesos mensuales por persona (+4.4% anual), mientras que la línea de pobreza por ingresos llegó a 4,809.1 pesos (+3.9%). Entre los productos que más presionaron el bolsillo destacan:
- Bistec de res: +18.8%
- Leche de vaca: +8.9%
- Alimentos fuera del hogar: +7.6%
En el ámbito rural, los incrementos fueron menores, pero constantes: la canasta alimentaria subió 3.1% y la no alimentaria 3.5%.
En contraste, el Banco de México, en su Reporte de Economías Regionales, confirmó una desaceleración prácticamente generalizada: todas las regiones registraron contracción, salvo el centro-norte. Las manufacturas se frenaron por la amenaza de aranceles de Estados Unidos, el impacto de los aranceles al acero y aluminio, y la persistente inseguridad que inhibe inversiones y retrasa entregas.
La minería fue el sector que mostró recuperación en todas las regiones; la construcción continuó en caída —por menor obra pública en el norte y sur, y menos construcción privada en el centro y centro-norte— y el comercio minorista avanzó con moderación gracias a campañas comerciales y programas sociales.
El turismo, uno de los indicadores más sensibles del clima económico, retrocedió en casi todo el país. El empleo formal también mostró señales de enfriamiento en la mayoría de las regiones.
El entorno económico tenso coincidió con dos eventos que dominaron la conversación pública: el asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, conocido por 86% de la población; y la marcha de la generación Z del 15N, conocida por 77%. En ambos casos, la respuesta gubernamental fue evaluada negativamente.
Siete casas encuestadoras reportaron niveles de aprobación presidencial entre 61% y 74%, lo que promedia una aprobación del 69% contra una desaprobación del 29%.
Una disminución de tres puntos netos respecto a octubre. Las caídas más pronunciadas se observaron en C&E (-12 pp), AtlasIntel (-9 pp) y Enkoll (-7 pp).
Aunque los análisis históricos de Banamex señalan que Sheinbaum mantiene el nivel de aprobación más alto para un quinto trimestre en dos décadas, la tendencia —por primera vez— apunta hacia abajo.
Con una canasta que sigue subiendo, regiones en desaceleración y un ambiente social más crítico, el desgaste político empezó antes del segundo año de gobierno. Nada dramático, pero sí relevante. Porque en México, cuando la economía se aprieta y la inseguridad se amplifica, la aprobación presidencial tiende a moverse… y no precisamente al alza.
@JErnestoMadrid
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