- Los impuestos a las remesas se perfilan como un arma más de los republicanos en EU contra los inmigrantes
Mientras los republicanos en Estados Unidos promueven un impuesto de hasta 37% a las remesas, como parte de su “Gran y Hermoso Proyecto de Ley”, el gobierno de Claudia Sheinbaum se encierra en la negación: no hay intervención extranjera, no hay subordinación, no hay narcopolíticos en Morena. Pero Washington ya no solo observa a los cárteles: mira con lupa a los políticos mexicanos que los han cobijado.
Ernesto Madrid
El contraste es obsceno. Por un lado, se busca castigar a los migrantes que sostienen a sus familias desde el extranjero —con afectaciones que Banamex calcula serían de apenas 0.1% del PIB, aunque letales para estados como Guerrero, Michoacán o Chiapas—. Por el otro, se protege a los operadores políticos que pactan, encubren o se benefician del crimen organizado.
Juan José Gutiérrez, director de la Coalición de los Derechos Plenos para los Inmigrantes, advierte en entrevista con EFE: “En lugar de mejorar el panorama de la inmigración, estas propuestas lo van a empeorar”. Pero más grave aún es que mientras se ataca al migrante trabajador, se silencian las investigaciones contra funcionarios mexicanos.
Esta semana, ICE presumió haber desmantelado tres narcos laboratorios en Sinaloa, en coordinación con unidades mexicanas certificadas por agencias estadounidenses. En respuesta, Sheinbaum, desde su conferencia del pueblo, declaró: “No hay subordinación ni participación de elementos de alguna agencia de Estados Unidos en algún operativo”.
La embajada de EE. UU. desmintió esa narrativa en una tarjeta informativa enviada al programa de Ciro Gómez Leyva: sí hubo colaboración directa, aunque canalizada a través de la Agencia de Investigación Criminal. La soberanía, al parecer, aplica solo cuando conviene.
Pero los indicios del descontento estadounidense van más allá: se habría retirado la visa a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, y a su esposo Carlos Torres, excoordinador de Programas Sociales y figura cercana a Palacio Nacional. También se menciona al gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, como parte del creciente interés de Washington en políticos mexicanos con presuntos vínculos con el crimen.
Claudia Sheinbaum insiste en que todo es un intento por recuperar el poder que E.U. tenía durante el “periodo neoliberal”. Pero el silencio sobre estos nombres y estos vetos es más elocuente que cualquier discurso soberanista. Si no se trata de intervención, ¿por qué no hablar con claridad?
Tal vez la clave para enfrentar al crimen organizado no pase por sumar más patrullas o apostar todas las fichas a Omar García Harfuch, sino por algo más incómodo: redefinir el papel del gabinete económico en la estrategia de seguridad. Porque el problema ya no es solo de balas, sino de estructura.
El ritmo con el que los cárteles regeneran su fuerza es brutal. Lo que para cualquier ejército sería una pérdida insostenible, para ellos parece rutina. Caen sicarios, capos, operadores… y aun así reclutan, compran armas, infiltran y corrompen con una capacidad casi ilimitada. El poder de fuego del Estado simplemente no alcanza.
La evidencia está en los números: durante años los homicidios se mantuvieron por encima de los 35 mil anuales, y aunque en 2024 hubo una reducción a 27 mil, el sexenio saliente acumula casi 200 mil asesinatos. Son cifras de guerra, pero una guerra que no está debilitando al enemigo.
Podemos asumir que buena parte de esas muertes se concentran entre quienes están directa o indirectamente involucrados en actividades criminales, pero eso no hace menos grave el fenómeno. El crimen organizado no está cediendo terreno, está evolucionando. Y lo está haciendo más rápido que el Estado.
Pensar que con más policías y retenes se resolverá el problema es no querer ver lo esencial: el crimen se alimenta de desigualdad, de impunidad… y de política. Y ahí es donde más se resiste a intervenir este gobierno.
Lo cierto es que, apenas se recuperan de un escándalo cuando ya tienen otro listo para hornearse. Entre visas que desaparecen, vacas varadas, narcos arrepentidos y el afán de ordeñar las remesas, ¡la agenda del gobierno es un no parar de emociones! Uno casi siente lástima... casi…
@JErnestoMadrid
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.