- La presidenta pedirá a los banqueros que confíen en el Plan México, el cual busca hacer frente a la imposición de aranceles de Estados Unidos
Esta semana, en la Convención Bancaria, la presidenta Claudia Sheinbaum, según a trascendido, anunciará un plan de financiamiento para las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), un sector históricamente rezagado en el sistema financiero mexicano. Y lo hará en medio de una tormenta internacional que pone en jaque no solo la estabilidad económica, sino la propia integración regional de Norteamérica.
Ernesto Madrid
México acaba de romper récord en exportaciones durante un primer trimestre, confirmando que la economía nacional depende profundamente de la relación con Estados Unidos. Pero mientras aquí celebramos cifras históricas, al otro lado de la frontera, la historia es menos festiva: el PIB estadounidense cayó, y uno de los factores fue un repunte en las importaciones. ¿Por qué? Porque las empresas estadounidenses corrieron a abastecerse antes de que entren en vigor los aranceles anunciados por Donald Trump.
Así de fuerte es la señal: Washington está dispuesto a tensar las reglas del juego, aunque eso implique afectar a su propio aparato productivo. Para México, el mensaje es aún más urgente. La incertidumbre sobre las fechas, tasas y criterios de estos nuevos aranceles hace imposible una planeación seria para las empresas. ¿Invertir ahora o esperar? ¿Producir más o rediseñar cadenas de suministro? Los inversionistas no saben qué hacer, y eso deteriora las expectativas de crecimiento, sobre todo en industrias clave como la automotriz.
Hablemos claro: la industria automotriz es el símbolo de la integración entre México, Estados Unidos y Canadá. Es una red finísima de procesos, donde una misma autoparte puede cruzar la frontera hasta ocho veces antes de llegar a un auto listo para el mercado. Si a cada cruce se le carga un arancel del 25 %, el costo se dispara y la competitividad se desploma. Así de sencillo.
Por eso, la reciente excepción otorgada a las autopartes que cumplen con las reglas del T-MEC es, literalmente, una bocanada de oxígeno. Pero no es suficiente. El gobierno mexicano tiene la responsabilidad -y la urgencia- de blindar ese acuerdo comercial con inteligencia estratégica. Porque si el T-MEC se desdibuja, México pierde su mayor ventaja competitiva frente a Asia y Europa.
En este escenario, el anuncio de financiamiento a las MIPYMES no puede quedarse en buenas intenciones o en créditos simbólicos. Estas empresas no solo generan el 70 % del empleo en el país: también podrían ser las más afectadas por los vaivenes de la política comercial internacional. Necesitan acceso real al financiamiento, infraestructura logística, capacitación digital y una integración profunda a las cadenas de valor que hoy están en riesgo.
La Convención Bancaria no es solo un escaparate financiero. Es, este año, una prueba política. Y la presidenta no puede ignorar que mientras se habla de inclusión financiera, hay un elefante cruzando la frontera: los aranceles de Trump, que amenazan con convertirse en la gran trampa económica del sexenio.
El momento exige liderazgo, claridad y una estrategia firme. Porque entre las promesas de desarrollo interno y las realidades del comercio global, no hay espacio para la improvisación.
@JErnestoMadrid