- Pese a los acuerdos nocturnos y los anuncios triunfalistas, el gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta un creciente frente de inconformes: agricultores, transportistas y piperos que alguna vez fueron aliados electorales hoy exhiben la falta de oficio político y la incapacidad para cumplir las promesas del “gobierno del pueblo”.
Durante la madrugada, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció con aire de alivio el “primer acuerdo” con los agricultores que mantuvieron bloqueadas las carreteras del país por más de 24 horas. Un pacto que, según dijo, pondría fin a las protestas en Jalisco, Guanajuato y Michoacán. Pero la sonrisa duró lo mismo que una cosecha sin agua.
Ernesto Madrid
Tras varios tropiezos y una evidente falta de experiencia política, el secretario de Agricultura, Julio Berdegué, logró finalmente encauzar un acuerdo en la madrugada que permitió la liberación de las carreteras. Según lo informado, el gobierno ofreció 950 pesos por tonelada de maíz blanco para el Bajío, beneficio que alcanzará a unos 90 mil productores. Además, se abrirán líneas de crédito accesibles a través del programa Cosechando Soberanía con una tasa del 8.5% anual, se establecerá un Sistema Nacional de Comercialización del Maíz, y se crearán mesas de diálogo permanentes entre productores y compradores para regular el mercado.
El compromiso incluyó también priorizar la compra de la cosecha nacional y permitir que los representantes campesinos hagan observaciones directas a las reglas operativas.
Sin embargo, más que un triunfo, el acuerdo parece un respiro temporal. El gobierno logró desactivar momentáneamente los bloqueos, pero no disipar el malestar de un sector que se siente traicionado por quienes prometieron devolverle la dignidad al campo. La negociación nocturna puede presumirse como un éxito logístico, pero no como una victoria política.
Porque mientras Sheinbaum presume estabilidad, los agricultores insisten en que solo levantaron los bloqueos, no las exigencias. Y el campo, que alguna vez fue la tierra fértil del voto lopezobradorista, hoy germina descontento con la misma rapidez con la que el gobierno intenta apagar incendios.
La ironía alcanza niveles de tragicomedia cuando el gobierno que pregona la “soberanía alimentaria” importa ya el 58% del maíz que consumen los mexicanos. Sí, “sin maíz no hay país”, repiten con orgullo en los discursos, mientras los productores sobreviven entre deudas, recortes y promesas incumplidas. El eslogan que alguna vez fue emblema de lucha hoy suena más a epitafio del campo mexicano.
Y por si los tractores no bastaran, el gobierno enfrenta también a sus otros aliados descontentos. La Fuerza Amplia de Transportistas (FAT) suspendió su bloqueo masivo en la Ciudad de México tras alcanzar un acuerdo con la jefa de Gobierno, Clara Brugada, para “reanudar el diálogo” sobre la tarifa del transporte público. Una tregua frágil, sostenida más por la cortesía que por la confianza.
Pero aún no se secaba la tinta del comunicado, otro frente estalló en Tepotzotlán. Un contingente de piperos bloqueó la autopista México–Querétaro porque, según denuncian, los acuerdos alcanzados el lunes resultaron tan falsos como los números telefónicos que les dio la Comisión del Agua del Estado de México para “coordinar la distribución del líquido”. “Marcan y no contesta nadie”, dijeron. En efecto, ni el teléfono ni el gobierno dan tono.
Y mientras los piperos reclamaban agua, comerciantes y transportistas del Valle de Cuautitlán Izcalli marchaban hacia la capital para exigir el fin de lo que llaman “persecución judicial” por parte de la Fiscalía mexiquense.
Así, entre tractores enardecidos, pipas varadas y transportistas irritados, la administración de Sheinbaum enfrenta un cóctel explosivo: las inconformidades de quienes alguna vez fueron su base social. Los mismos que llenaron plazas y urnas, hoy llenan carreteras y casetas.
En los pasillos de Palacio Nacional ya buscan culpables. Se dice que detrás de la “articulada protesta campesina” podría estar la mano de “Alito” Moreno, ese enemigo que resucita cada vez que el gobierno necesita un villano. Pero ni el PRI tiene tantos tractores, ni los productores tanta paciencia.
Porque en el fondo, lo que se cosecha hoy no es más que el fruto amargo de la improvisación y la soberbia: un gobierno que prometió escuchar al pueblo, pero ahora solo oye el eco de sus propios discursos.
Y mientras los conflictos germinan por todo el país, Sheinbaum parece decidida a probar si también puede cosechar tempestades.
@JErnestoMadrid
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