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México, la economía del casi: el PIB tropieza mientras el presupuesto presume músculo

  • El PIB se contrajo 0.3% en el tercer trimestre de 2025, la deuda alcanzará niveles históricos y el presupuesto 2026 promete mucho gasto… pero poca inversión. Un equilibrio peculiar entre la austeridad discursiva y el endeudamiento pragmático.

La economía mexicana parece haberse especializado en el arte del tropezón elegante. Según la estimación oportuna del INEGI, el Producto Interno Bruto (PIB) cayó 0.3% durante el tercer trimestre de 2025, arrastrado por una producción industrial que se desplomó 1.5%. Nada que no se esperara, por supuesto. Banamex Estudios Económicos y el consenso de analistas ya lo habían adelantado: el país crece poco, pero cae con estilo.

Ernesto Madrid

Mientras tanto, el sector primario —esa vieja maquinaria del campo— sorprendió con un avance de 3.2%, acaso empujado por la necesidad más que por la política pública. Los servicios apenas se movieron 0.1%, reflejando la fatiga de una economía que sigue viva gracias al consumo interno y las remesas, esos dólares de esperanza que cruzan la frontera más rápido que las reformas prometidas.

A tasa anual, el PIB cayó 0.2% y acumuló un magro crecimiento de 0.2% entre enero y septiembre. Un logro modesto que el discurso oficial traducirá, sin duda, en “estabilidad con justicia social”. Pero detrás de la retórica, la realidad muestra un modelo agotado: el industrial lleva cuatro trimestres consecutivos en negativo y las manufacturas —motor del empleo y de la exportación— muestran señales de fatiga estructural.

El panorama no mejora con el horizonte fiscal. El Paquete Económico 2026, según la COPARMEX, se sostiene sobre bases más realistas que en años anteriores, aunque no por ello más alentadoras. El gobierno prevé un crecimiento entre 1.8% y 2.8%, un optimismo que choca con las proyecciones privadas que apenas rozan el 1.4%. Todo esto mientras la deuda pública alcanzará un histórico 52.3% del PIB —unos 151 mil pesos por habitante—, demostrando que la austeridad también sabe endeudarse cuando conviene.

Los ingresos tributarios crecerán 6.5%, aunque el gasto sigue apostando más a la dádiva que a la productividad. El presupuesto mantiene un sesgo asistencial, más orientado a sostener clientelas que a fortalecer capacidades productivas. Las MiPyMEs, responsables de siete de cada diez empleos, vuelven a quedar fuera del radar presupuestal, relegadas detrás de megaproyectos energéticos y obras emblemáticas que no necesariamente producen energía… ni confianza.

El rubro de salud recibirá 965.7 mil millones de pesos, apenas el 2.5% del PIB, muy lejos del 6% recomendado por la OMS. Pero lo importante, dicen en Palacio, es que el IMSS tendrá más recursos —aunque la Secretaría de Salud y el ISSSTE sufran recortes— y que COFEPRIS, con un presupuesto reducido en 5.9%, siga revisando expedientes con la velocidad de un caracol con insomnio.

En educación, el gasto crecerá 3.4%, pero un tercio de los recursos irá a las Becas Benito Juárez. Una inversión noble, aunque limitada: se beca más, pero se enseña menos. Y mientras los alumnos reciben apoyos, las escuelas continúan sin infraestructura, los maestros sin capacitación y la tecnología sin llegar al aula.

En seguridad, los números son igual de elocuentes. Aunque el gasto total aumentará 3.6%, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana perderá casi una quinta parte de su presupuesto. En cambio, la seguridad interior y los asuntos de orden público —léase: presencia militar— recibirán aumentos de dos dígitos. La lógica es clara: la paz se mide en efectivos desplegados, no en delitos reducidos.

La inversión pública sube 19.8% hasta alcanzar 3.2% del PIB, pero más del 80% se concentrará en energía, vivienda y transporte. PEMEX absorberá uno de cada cuatro pesos invertidos, consolidando su estatus de agujero financiero con causa nacionalista. El Tren Maya, ese símbolo del segundo piso de la transformación, continuará devorando recursos mientras hospitales y escuelas siguen esperando turno.

Desde COPARMEX, el mensaje es claro: sin fortalecer a las MiPyMEs, sin garantizar certeza jurídica y sin orientar la deuda hacia inversión productiva, México corre el riesgo de quedar atrapado en su propio laberinto presupuestal. La confederación propone reorientar recursos, fortalecer el Estado de Derecho y apostar por innovación, infraestructura y capital humano.

En otras palabras, hacer lo contrario de lo que se viene haciendo.

El país necesita un presupuesto que deje de administrar la pobreza y empiece a construir riqueza. Pero por ahora, el discurso de la “transformación con justicia social” parece más cómodo en la estadística que en la realidad productiva.

Porque si algo ha demostrado el gobierno mexicano es su habilidad para mantener la economía en equilibrio: ni tan mal como para caer, ni tan bien como para levantarse.

@JErnestoMadrid

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